Por Patricia Espinoza
Psicóloga
El Orgasmo es la tercera fase de la respuesta sexual humana, posterior al deseo y la excitación. Es el clímax, el final de un encuentro sexual. Desde el punto de vista fisiológico es un reflejo, y como metáfora es un “estornudo de placer”.
Como todo reflejo, ante un estimulo sobre el clítoris o el punto G, con un ritmo y una intensidad particular para cada mujer, se producen contracciones de los músculos perivaginales y perianales, que son vividas como intensamente placenteras. La descodificación de satisfacción la realiza el cerebro, por lo cual la capacidad de alcanzar el orgasmo en las mujeres está generalmente influida por procesos emocionales.
La Anorgasmia es la dificultad o incapacidad de alcanzar el clímax, aunque el deseo y la excitación se hayan producido previamente.
La preocupación por la ausencia del orgasmo femenino es una adquisición de estas últimas décadas, ya que desde entonces comenzó a considerarse importante el placer de la mujer. Recordemos que el orgasmo femenino no es necesario para la reproducción, por lo cual en otras épocas no tan lejanas no era considerado un problema el no tenerlo. En realidad era visto como una virtud, ya que las esposas-madres no debían comportarse como las mujeres que ejercían el trabajo sexual, y se suponía que tan solo ellas “se permitían esa licencia del placer”.
La preocupación por la ausencia del orgasmo femenino es una adquisición de estas últimas décadas, ya que desde entonces comenzó a considerarse importante el placer de la mujer. Recordemos que el orgasmo femenino no es necesario para la reproducción, por lo cual en otras épocas no tan lejanas no era considerado un problema el no tenerlo. En realidad era visto como una virtud, ya que las esposas-madres no debían comportarse como las mujeres que ejercían el trabajo sexual, y se suponía que tan solo ellas “se permitían esa licencia del placer”.
Actualmente, la posibilidad de alcanzar el orgasmo ocupa en general un lugar muy valorado por las mujeres. Su ausencia suele producir frustración, depresión, baja autoestima y sufrimiento en la mujer que no lo logra y lo desea, así también puede producir procesos de menos valoración en su pareja.
Una salida “tramposa” que buscan algunas mujeres es fingir el orgasmo para no sentir vergüenza ante su compañero, ya que en general le resulta “difícil” al hombre poder percibir el orgasmo de su pareja. Esta aparente “solución” solo alivia la ansiedad inmediata de la mujer, pero con el tiempo cuando se acostumbra a la mentira se hace muy complicado el deshacerla para poder realmente llegar a tener orgasmos. Por otro lado, puede aparecer resentimiento ante el compañero, que disfruta a expensas de una mujer que no está realmente disfrutando. Así el conflicto se hace cada vez mayor.
Los diversos autores no se ponen de acuerdo acerca de la incidencia de la anorgasmia femenina. Según diferentes investigaciones, entre un 15% y un 50% de las mujeres padecen de esta dificultad en algún momento de sus vidas. Lo más importante por lo tanto es el “aprendizaje”. La mujer necesita conocer su cuerpo y saber cómo responder ante los diferentes estímulos. Y permitirse su Derecho al Orgasmo.
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